Sanxion con 2 versiones fraudulentas italianas. |
Spyhunter y Spyhunter fotocopiado |
Los que tuvimos la "suerte" de nacer en los 80 y teníamos un ordenador personal, recordamos con cierta sonrisa y hasta nostalgia como estaba el panorama en la venta de juegos y las diferentes opciones con las que, como compradores muchas veces ilusos e inocentes, nos encontrábamos. Eran los principios del mercado a gran escala de juegos y del pirateo generalizado, todo envuelto en nuestra inocencia y mezclada con las ganas de jugar con nuestro ordenador, fuera el que fuese.
A principios del boom del ordenador personal los juegos rondaban las 2.000 pesetas y eso, por entonces, era una cantidad bastante elevada, vamos, una pasta, que se convertía en algo bastante superior si escogíamos la versión en cartucho. Si además tenemos en cuenta que no había tanta gente con la que podías compartir o cambiar algún juego, mas siendo un usuario del C64, pues había que hacer milagros para poder tener una colección no muy grande pero algo variada y decente. Como este país es el que es y siempre el que no corre, vuela, proliferó la venta de juegos duplicados en cinta, realizado a veces de una manera mas cuidada y otras, de forma bastante mas salchichera y descuidada. Hay que tener en cuenta que la tecnología por entonces no era ni mucho menos la de ahora y ni las impresoras eran lo que son ni estamos delante de un proceso digital, con lo que todo esto conlleva. Además había mucho desinformación respecto a como tenían que ser las cosas y era fácil que te dieran gato por liebre.
Cuando querías gastarte la pasta, podías ir a los centros comerciales y tiendas especializadas de informática de entonces donde podías adquirir los juegos originales. Luego los bazares y mercadillos donde la variedad y calidad era un poco mas diversa y para acabar teníamos los rastrillos, donde huelga decir que no había nada original sino todo lo contrario.
En los primeros era habitual encontrar una gran diversidad de títulos, muchos para todos los sistemas y menos para el nuestro, pero siempre solían ser originales. En los bazares y tiendas de electrónica la cosa ya era bastante distinta. Era bastante fácil que en estos comercios te intentaran colar una copia como si fuera la cosa mas normal del mundo, asegurándote que funcionaba a la perfección y que si tenías algún problema, la podías cambiar. También era un lugar donde conseguir títulos de importación que todavía no habían llegado a nuestro país o que no lo harían nunca. En mi caso recuerdo que los duplicados que vendían solían costar desde 800 hasta 1.000 pesetas y luego estaban los que no había forma de vender y que salían mas económicos, como los de estrategia o de algún deporte minoritario, que siempre estaban allí, en la vitrina. Con estas ventas sacaban seguramente mas dinero que con uno original, aunque nunca he sabido de márgenes comerciales de aquella época (que seguro que eran mas altos que los actuales). El lado mas oscuro estaba en los rastros y mercadillos, donde de forma descarada se vendían reproducciones, anunciándolas a bombo y platillo, con carátulas fotocopiadas, por precios muy bajos, que suponían una lacra para las casas de software y casi la defunción de muchas de ellas.
Rambo después y antes de pasar por el gimnasio
La durabilidad y calidad de las copias era también cuestión de suerte, ya que muchas de estas estaban grabadas de la forma mas económica posible, vamos, usando las cintas vírgenes mas baratas que se podían encontrar por entonces. Dentro de este grupo habían los que realmente se ganaban la vida haciendo un trabajo casi profesional, con un producto casi perfecto o ligeramente modificado, para que el fraude no resultara tan evidente. Gente como Playsoft, que seguro que tenían un taller de duplicado de cintas, modificaba el juego, lo traducía al italiano, se cargaba la intro, música incluida, poniendo durante la carga el título o las instrucciones de forma bastante sencilla. Era la forma de conseguir que pareciese todo un poco menos ilegal.
Tennis de Commodore. Nadie se salvaba de la quema.
Muchos títulos de han publicado de esta forma, infinidad, y es un tesoro que debemos guardar, no tanto como lo que es el juego en si, sino como una forma de conocer que hacía la gente para ganarse un dinero extra, ya que al fin y al cabo las tiradas eran muy limitadas y la calidad un poco dudosa. Debemos conservarlas como un pequeño tesoro y un documento para recordar como era el pirateo hace mas de 20 años.
El Hardball de Accolade, junto a la "versión" traducida al italiano. |
Colossus Chess 2.0, otro que pasó por el tubo, en versión reducida. |
Casi que cuela, pero tampoco. |
Otra también en tamaño mas pequeño. |
Maziacs ! Uridium. |
Tetris |
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